Un punto clave para evolucionar como empresarios es conocer cuáles son los puntos más fuertes de nuestro negocio para así llevarlo al siguiente nivel. La cadena de valor es una herramienta que nos permite lograrlo.
Una cadena de valor consiste en el análisis de un negocio al descomponer sus partes para, así, identificar aquellos elementos que le generan valor a la empresa. Estos elementos son aquellos que la destacan por encima de otros competidores, lo cual es altamente valorado por los clientes.
Las cadenas de valor se dividen en dos partes:
Primarias
Está relacionado con la creación del producto y se divide, a su vez, en cinco secciones:
- Logística interna: se trata de todo lo relacionado con la recepción de materia prima para la creación de nuestros productos.
- Operaciones: es la parte encargada del procesamiento de estas materias hasta la formación del producto.
- Logística externa: es la encargada del almacenamiento y distribución del producto.
- Marketing y ventas: se trata de la publicidad y venta de lo que hemos creado.
- Servicio: se dedica a mantener y realzar el valor del producto.
Secundarias
Son las encargadas de prestar apoyo a las actividades primarias y están relacionadas con la infraestructura de la organización, como las finanzas, contabilidad, planificación, recursos humanos, entre otros.
Para aplicar eficazmente una cadena de valor, debemos conocer todos los procesos de nuestra empresa a fin de realizar un mapa de los mismos.
Cuando se conoce a fondo los procesos, podemos ser capaces de establecer objetivos (generales y específicos) así como analizar los costos de producción y del producto finalizado, tomando en cuenta las 4 C's (costo, cliente, competencia y cambio). De esta manera podremos identificar las ventajas y desventajas que poseemos respecto a otras marcas y, así, potenciar los puntos más fuertes.
Fuente: Pa Digital.