Últimamente escuchamos (cada vez más) la palabra resiliencia, que en psicología significa la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas. Y es que pasar por momentos difíciles tiene sus beneficios, aunque a primera vista te cueste darte cuenta de cuáles son.
Un artículo de El Huffington Post habla sobre los beneficios psicológicos de pasar por momentos difíciles, haciendo referencia a cómo en los últimos 20 años muchos profesionales han estudiado el “crecimiento postraumático”, término que utilizaron en la década del noventa los psicólogos Richard Tedeschi y Lawrence Calhoun de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte a través de su libro “Posttraumatic Growth in Clinical Practice” en el que describieron casos donde las personas experimentaron unaprofunda transformación después de pasar por algún tipo de trauma o situación difícil.
Los estudios científicos vinculados a este tema dieron cuenta de que un 70% de supervivientes al trauma experimentaron luego de éste un crecimiento psicológico positivo. Y este crecimiento o capacidad de resiliencia puede darse de muchas maneras, como por ejemplo sentir un mayor aprecio por la vida, mayor satisfacción en las relaciones interpersonales, sensación de fortaleza personal, una vida espiritual más rica o mayor empatía hacia los demás, entre otras cuestiones.
Tal como describe el artículo, los psicólogos Tedeschi y Calhoun creen que el crecimiento postraumático en cualquiera de sus formas puede ser “una experiencia de mejoría que para algunas personas puede llegar a ser muy profunda”. Ellos han creado el modelo de crecimiento postraumático que afirma que, de manera natural, las personas evolucionan y se crean una serie de creencias y principios del mundo; y para que este crecimiento se produzca después de un trauma debe suceder que se desafíen en gran medida estas creencias.
Y es que según los investigadores, la forma en que se rompe nuestra percepción del mundo funciona como un terremoto y “hasta las bases de las estructuras del pensamiento y de las creencias quedan reducidas a escombros por la magnitud del impacto”; por lo que la “sacudida” nos obliga a reconstruirnos no solo a nosotros mismos sino al mundo a nuestro alrededor. Los psicólogos afirman que cuanto más fuerte sea esta sacudida más nos liberaremos de nuestras antiguas percepciones y de nuestro criterio para dar importancia a las cosas y a la toma de decisiones, y empezaremos de cero.
La analogía con el terremoto se da según los investigadores porque cuando una ciudad se derrumba se deben empezar a buscar nuevas oportunidades; lo que se asemeja al proceso de reestructuramiento cognitivo de una personadespués de un trauma, cuando el individuo primero se enfrenta al hecho con intensidad, pensando todo el tiempo en lo que ha pasado y acompañando el proceso con reacciones emocionales intensas como la ira o tristeza para luego gradualmente reestructurarse a raíz de la circunstancia adversa.
Pero, no obstante, esta reconstrucción puede ser un proceso muy difícil para una persona, y para que se dé ésta debe aprender a superar los objetivos, principios y todo el sistema de creencias que traía consigo. “Los supervivientes a un trauma se conciben como unos individuos en evolución y revisan su concepto de sí mismos para encajar en él los nuevos conocimientos que han adquirido", afirman los investigadores.
Además, destacan que puede que se reconstruyan de manera que se sientan más auténticos y más fieles a sí mismos; y en esta línea la psicóloga Marie Forgears del McLean Hospital de la Harvard Medical School complementa la idea afirmando que “Las situaciones adversas pueden ser influyentes hasta el punto de obligarnos a pensar en cuestiones sobre las que de otra manera no habríamos reflexionado”.