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Fomenta la actitud y las condiciones que impulsen el espíritu emprendedor.


La cultura emprendedora está estrechamente ligada a la iniciativa y a la acción. Las personas dotadas de espíritu emprendedor poseen la capacidad de innovar; tienen voluntad de probar cosas nuevas o hacerlas de manera diferente.

Por lo tanto, la cultura emprendedora consiste en identificar oportunidades y reunir recursos suficientes de naturaleza para transformarlos en una empresa. Sin embargo, el que llamamos cultura emprendedora conlleva un aspecto mucho más amplio de actitudes positivas como es el querer desarrollar capacidades de cambio, experimentar con las ideas propias y reaccionar con mayor apertura y flexibilidad.

Es aquella motivación en querer y saber lanzar nuevos proyectos con autonomía, capacidad de asumir riesgo, con responsabilidad, con intuición, con capacidad de proyección al exterior y con capacidad de reaccionar y resolver los problemas. Por otro lado, también supone saber llevar a cabo proyectos de otros con el mismo espíritu de innovación, responsabilidad y autonomía.

¿El espíritu emprendedor es algo que se puede aprender o fomentar?

Se puede advertir que hay personas que empiezan emprendimientos por necesidad, porque tienen la obligación de generar ingresos económicos que les permitan sustentar a sus familias.

¿Cómo fomentar la cultura emprendedora?

Las variables que fomentan la cultura emprendedora entre los ciudadanos son muchas. Se puede promover el espíritu emprendedor en la escuela. De hecho, sería necesario considerar la cultura emprendedora no sólo como una asignatura concreta sino como una metodología de enseñanza desde una perspectiva transversal.

Para lograrlo, en primer lugar, es necesario solucionar las carencias que la educación cuenta hoy en día: falta de valores culturales del espíritu emprendedor; desconocimiento de las oportunidades del emprendimiento y falta del desarrollo de habilidades empresariales. Después se debería favorecer un cambio en la metodología didáctica: pasar del estilo tradicional al estilo emprendedor, entendido este último como más énfasis en la práctica, proponer objetivos negociados, el alumno como centro del proceso de aprendizaje, evaluación como mecanismo de mejora, etc.

En cuanto a los adultos y a nivel personal, en primer lugar hay que perder el miedo a arriesgarse. Si se tiene una idea de negocio, se pueden hacer cursos de capacitación, leer y documentarse, asistir a conferencias, conectarse con personas otros emprendedores que nos ayuden y nos muestren su forma de trabajar, especializarse, e incluso buscar ayuda profesional.

Fuente: www.vallempresa365.com